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El tiempo de Cuaresma es uno de los tiempos más visibles y conocidos de los tiempos fuertes del Tiempo Litúrgico. Ya sea por su duración, o por la tradición cultural que hay en nuestras localidades, o incluso porque es el tiempo de preparación para la Pascua; la Cuaresma es un tiempo conocido por todo el mundo, pero al mismo tiempo no trabajado pastoralmente todo lo que se podría.

  • La Cuaresma es un tiempo de preparación: nos preparamos para la gran celebración cristiana, la celebración del Misterio de Cristo, que muere y resucita por nosotros. Como para toda gran fiesta, necesitamos un tiempo de preparación para vivirla con intensidad, fuerza y fe. ¿realmente aprovechamos el tiempo de Cuaresma para prepararnos personal y comunitariamente?

  • La Cuaresma es un tiempo de conversión: y es que es un proceso de crecimiento personal en el que descubrimos personal y vitalmente que podemos ser mejor versión de nosotros mismos, ya seas a través de la confrontación, la revisión de vida o la revisión de la marcha del curso, la Cuaresma está a mitad del año escolar por el que nos medimos muchos y que seguro nos ayuda a mejorar de aquí a final de curso. ¿Cuál suele ser nuestro proceso de conversión durante la Cuaresma?

  • La Cuaresma es tiempo de Oración: tiempo interior, tiempo de encontrarnos con Él, nuestra fuente y alimento y desde Él poder hacer todo un camino de diálogo y relación que nos haga cada vez ser más fieles y coherentes a nuestra fe y nuestra llamada en este mundo. ¿Dedicas tiempo a la Oración durante la Cuaresma?
  • La Cuaresma es tiempo de Ayuno: es tiempo de sencillez, de descubrir qué es realmente lo importante, de volver a los orígenes y descubrir con qué somos realmente felices y dejar el resto de carga atrás. A veces tenemos que descubrir en el ayuno de ciertos hábitos y actitudes que realmente somos felices cuando somos austeros, sencillos y limpios de corazón, ¿nos suena? ¿Trabajamos nuestra sencillez y nuestra austeridad?

  • La Cuaresma es tiempo de Limosna: es tiempo de dar de ti, de compartir, de servir y de ofrecer lo mejor que tienes. A veces se ha relacionado con la beneficencia, o con la donación económica. Ojalá esta Cuaresma seamos capaces de dar una limosna de nosotros mismos a la gente que realmente nos necesita y que quizás no está ni muy lejos ni son demasiado anónimos para nosotros. ¿Estás dispuesto a ser Limosna para los demás?

Realmente sólo nos queda una cosa, confiar en Dios. No somos perfectos, ni vivimos la Cuaresma con la máxima profundidad, pero seguro que encontramos en Él el consuelo de que hace en nosotros mucho más de lo que nosotros podemos hacer.

Os invitamos a compartir vuestras reflexiones, a caminar esta Cuaresma y a realizar un verdadero camino personal y comunitario hacia la Pascua de este año.

Manuel Olid

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