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Reflexión pastoral de nuestro responsable de Comunicación en base al artículo “Big data y fe” publicado en la Vanguardia el sábado pasado: https://www.lavanguardia.com/vida/20180929/452069931810/influcencers-instagram-religion-relacion-estudio-impacto.html

Este sábado 29 de septiembre de 2018 se publicó en el periódico de la Vanguardia este artículo del periodista Albert Molins Renter en el que se presenta un estudio hecho por la Universidad Ramon Llull acerca de los influencers espirituales de los jóvenes en las redes sociales.

Dicho artículo, interesante y atractivo, para nuestros ojos nos lanza un par de ideas interesantes pastorales sobre las que poder reflexionar:

  • La Iglesia offline convoca más que la online. Seguimos siendo expertos en macro-encuentros y organizaciones espectaculares, la iglesia de masas que nos mueve porque el grupo se mueve, pero las redes sociales te llaman por tu nombre, y la convocatoria y la influencia es individual y personal. La Iglesia tiene como asignatura pendiente, ser más significativa en las redes sociales; aunque actualmente tiene un gran aliado a su favor, el Papa Francisco. ¿vemos las redes aliadas en nuestras convocatorias?
  • Los jóvenes valoran más la expresión de fe desde lo cotidiano que no por el postureo. Vivir tu vida con coherencia y plenitud basándote en los valores del Evangelio tiene más sentido y mueve más a nuestros jóvenes que grandes discursos y extensas homilías. Es por eso, que el estudio revela que los jóvenes dan me gusta más a publicaciones cotidianas que a publicaciones discursivas. ¿Evangelizamos desde lo cotidiano?
  • Nuestro perfil de joven follower suele ser de estudios superiores y con un carácter social bastante comprometido. Tenemos la suerte de que los jóvenes que se mueven en nuestros ambientes están preparados y tienen un fuerte sentido de lo social, ¿pero cómo llegamos al resto de jóvenes? ¿nos entienden cuando publicamos?
  • La educación no formal que reciben desde las redes sociales es un tema serio a reflexionar. Youtubers, influencers, instagramers, twitteros, haters,… reciben una cantidad de mensajes, de ideas y de discursos mucho más alta que cualquier otra generación. Y como todo discurso se enraíza en  una serie de valores, principios morales y éticos que les hacen decir lo que dicen y comportarse como publican. La Iglesia debe estar al lado para proponer alternativas, ensalzar lo positivo y entender que los jóvenes son capaces de escuchar, ¿movemos corazones o entrañas?

Artículo interesante que surge a pocos días de comenzar el Sínodo de los Obispos para trabajar los Jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional. Recemos para que los frutos sean ricos y positivos para la vida de la Iglesia.

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