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La Virgen Auxiliadora ocupa un lugar central en la espiritualidad y la misión de la Congregación Salesiana, fundada por San Juan Bosco en el siglo XIX. Para los salesianos, María Auxiliadora no solo es una figura de devoción, sino también un modelo de amor y cuidado hacia los jóvenes, que es el corazón de su labor educativa y pastoral.

La importancia de la Virgen Auxiliadora radica en su papel como protectora y guía. San Juan Bosco, quien tuvo una profunda devoción hacia ella, la consideraba una madre que siempre está dispuesta a ayudar a sus hijos. En su visión, la Virgen Auxiliadora es un símbolo de esperanza y consuelo, especialmente para aquellos que enfrentan dificultades. Los salesianos ven en ella un apoyo constante en su misión de educar y evangelizar a los jóvenes, brindándoles un ambiente seguro y con el diálogo y la confianza compartida como elemento aglutinador.

Además, la devoción a la Virgen Auxiliadora fomenta un sentido de comunidad entre los salesianos y los jóvenes, entre los salesianos y loa educadores, entre los salesianos y las familias. Las celebraciones en su honor, como la festividad del 24 de mayo, son momentos de alegría y unión, donde se refuerzan los lazos de fraternidad y se renueva el compromiso con la misión salesiana.

La Virgen Auxiliadora es fundamental para los salesianos, no solo como figura religiosa, sino como fuente de inspiración y fortaleza en su labor diaria. Su presencia les recuerda la importancia de cuidar y guiar a los jóvenes con amor y dedicación, siguiendo el ejemplo de San Juan Bosco.

 

Joan Josep Moré, SDB
Jefe de Estudios ISCR Don Bosco

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