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Los aspectos que hemos destacado en el primer post sobre este tema (pragmatismo de los jóvenes, poco hábito de lectura, primacía del contacto virtual sobre el presencial, nula influencia de la pastoral ni de la religión…), junto con otras observaciones recogidas en la Tesina (relativismo moral, crisis de valores, primacía del materialismo y la inmediatez, desvaloración de la interioridad, etc.) no hacen otra cosa que confirmar la dificultad actual del diálogo Fe-Cultura característico de nuestra sociedad.

La sociedad actual se nos presenta como una sociedad muy compleja, con ilimitado número de reglas y normas,  que desconcierta con frecuencia a los adultos y que dificulta la identidad de los jóvenes en su encaje social, generándoles ansiedad e inestabilidad.

Se trata también de una sociedad de sensaciones y apariencias, que no valora la interiorización y la personalización, sino que ensalza la imagen hasta el extremo, la del cuerpo especialmente. Se olvidan las necesidades interiores, y las grandes preguntas propias de la condición humana. Todo es relativizable, todo es tolerable porque se buscan más las zonas de confort que las verdades.

A su vez, tenemos una sociedad mercantilizada, con una única dirección: trabajo-producción-consumo que incentiva la competitividad como valor primero, sin considerar las frustraciones, las contradicciones y la angustia ante la perspectiva del paro. Para su compensación se buscan emociones fuertes (alcohol, deportes de riesgo, violencia…). Todo aquello que supone un esfuerzo es abandonado a favor de lo fácil, dificultando los planteamientos a largo plazo.

Para afrontar esta situación, la Tesina se hace eco de las aportaciones del profesor de Teología Miguel Ángel Calavia, que propone lo siguiente:

  • Personalización e interiorización: Frente al gregarismo y superficialidad que caracterizan esta sociedad, cabe una propuesta de interioridad, porque sólo en el interior de la persona puede surgir el deseo de la búsqueda del sentido de la vida.
  • La Esperanza: La esperanza es mucho más que la espera. La espera es un acto, la esperanza es un estado de ánimo que supera las decepciones y fracasos que van surgiendo en el camino.
  • La Gratuidad: Frente a la mercantilización actual, entender y promover el misterio del “don”. Los dones recibidos en la vida de forma totalmente gratuita por parte de Dios. Reconocer en el otro estos dones y aceptarlo como es, y no por lo que tiene. Incluimos aquí el “don” inmenso de la Naturaleza que Dios nos ha regalado.
  • La Confianza: Frente a recelos y descalificaciones, la confianza en el otro y la confianza mutua que nos ayuda a crecer y a asumir responsabilidades.
  • La búsqueda de la Verdad: No la verdad intelectual, sino la que lleva a la Trascendencia, que nos habla de nuestra identidad esencial y existencial.
  • La experiencia de la Fiesta: No hablamos de conciertos y consumiciones superficiales y frívolas que pueden llevar al joven hasta el hastío. Sino de la fiesta auténtica que es una invitación a la gratuidad y a la libertad, a la fantasía y a la creatividad que nos libera del tiempo y del espacio y por ello tiene un carácter redentor y salvífico.
  • Responsabilidad social, solidaridad, colaboración: Frente a la inhibición e insolidaridad, tan características de esta sociedad, cabe la experiencia de proponer acciones concretas de ayuda y servicio desinteresados y altruistas hacia los demás.

Francesc Ballesté

 

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