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El pasado 30 de enero tuve la oportunidad de poder defender mi Tesina universitaria ante el tribunal del ISCR Don Bosco de Barcelona. El trabajo llevaba por título “Hacer Pastoral Universitaria en Barcelona Hoy” y culminaba un esfuerzo de casi dos años que se había iniciado con un estudio de campo con los jóvenes de la universidad en la que trabajo como profesor.

El estudio se complementaba también con otras investigaciones de carácter público sobre la juventud, especialmente con el informe de la Federación Internacional de Universidades Católicas, Youth Cultures in Catholic Universities. A Worldwide Study (2014); y con el de la Fundación Santa María, Jóvenes españoles entre dos siglos (1984-2017).

El conjunto de datos refleja la realidad juvenil actual en Europa Occidental, en España y en Cataluña. En los tres casos, aunque diferentes, las cifras son bastante próximas entre sí. Por ejemplo, los jóvenes que manifiestan tener algún tipo de sentimiento religioso se mueven en un intervalo del 30-40%, mientras que el intervalo de los que se declaran cristianos practicantes desciende al 6 -10%. Esta realidad de Europa Occidental contrasta con las cifras mucho más elevadas del resto de continentes, excepto Asia del Este. La tesina se centra en Cataluña, y esta es la zona que ostenta los porcentajes más bajos.

A partir de aquí, el estudio se preguntaba cuál es la pastoral que está ofreciendo la Iglesia a los jóvenes universitarios, en los diferentes estamentos: Desde las directrices de la Santa Sede hasta la praxis de la Diócesis de Barcelona, pasando también por las congregaciones religiosas presentes en el ámbito universitario. Cabía por tanto realizar un contraste entre estas ofertas pastorales y esa realidad de cifras tan bajas de jóvenes cristianos.

De este contraste surgen observaciones que muestran la bondad de ciertas iniciativas eclesiales, como los proyectos universitarios Alpha y Beta de la Diócesis, y el esfuerzo por la formación integral de la persona en las universidades confesionales; pero también se ponen de manifiesto aspectos más complejos de la realidad juvenil que dificultan la difusión del mensaje evangélico. Entre estos, podemos citar brevemente los siguientes:

  • Pragmatismo: Los jóvenes de hoy aquí son relativistas y pragmáticos. Si no ven algún tipo de utilidad en la pastoral no se acercan a ella.
  • Ocio/Hábitos: Los jóvenes no leen, mientras que uno de los canales importantes de la pastoral es la lectura. De ahí la necesidad de buscar canales más adecuados.
  • Relaciones sociales: Los jóvenes se contactan por chats, virtualmente. No tienen mucho tiempo para las reuniones presenciales. La pastoral desarrolla sus actividades en forma presencial, por lo que debe empezar a evolucionar hacia lo virtual, al menos en parte.
  • Influencias: Los jóvenes son influenciables por padre, madre y amigos; pero no por profesores, ni tutores, ni agentes pastorales. Por lo que la pastoral podría canalizarse a través de padres y amigos. En este sentido el proyecto Alpha de la Diòcesis es idóneo.
  • Religión: Hoy no es considerada como importante para la vida. Sin embargo, la Pastoral cuenta con un margen de actuación, ya que si bien en Europa el porcentaje de creyentes practicantes es muy bajo, existe un porcentaje mayor de jóvenes que manifiestan cierto sentimiento hacia lo trascendente.

FRANCESC BALLESTÉ

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