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Los que formamos parte de la familia dominicana tenemos más que claro (al menos así tendría que ser) que el estudio es un puntal de nuestro Carisma, sin él nos perdemos algo esencial para interactuar con la Palabra y con el mundo. No voy a ahondar en la necesidad de estudio, la doy por asumida, aunque en muchas ocasiones toca recordar -quizás más en el ámbito de vida consagrada femenina- la necesidad de formarnos sin cesar para tener un horizonte bien amplio y poder dar respuestas adecuadas, humanas y evangélicas a los tiempos que corren. Ser predicadores para el siglo XXI.

Una de las cosas que me llama la atención tanto en mis alumnos de la universidad como con las jóvenes de nuestra residencia universitaria es que en general estudian mucho, admiro su capacidad de abnegación hacia el estudio, horas y horas dedicadas a los libros para sacar adelante y con buena nota las carreras más variadas. Desde la Medicina al Derecho, o del Diseño a la Biología, da igual lo que sea, el estudio es lo primero. Y eso a simple vista es bueno y nos llena de satisfacción a profesores y acompañantes…; pienso muchas veces que, aunque yo he estudiado mucho nunca dediqué tantas horas sentada delante de los libros y apuntes como ahora constato que hacen, me pregunto a menudo si hubiera sido capaz. No sé si es que la crisis puso cosas en su lugar, si la dificultades sociales obligan a ser excelentes o hay factores variados para tener en cuenta, en todo caso, con orgullo puedo decir que existen jóvenes muy estudiosos.

Hasta aquí suena bonito, y eso es fundamental, pero el estudio dominicano, en mi caso, o para los religiosos en general, va mucho más allá. Es estudiar sin cerrarse a los otros, es dedicar horas a los libros para abrirse al hermano, es pasear los apuntes donde sea sin dejar de tener tiempo para alargar la mano a quien lo necesita. ¿Y por qué digo esto? Porque no estudiamos para simplemente saber más o ser brillantes como hacen algunos universitarios, sino que lo hacemos para llevar de la mejor manera posible el mensaje de Jesús, un mensaje que cada día vuelve a encarnarse en este mundo, a menudo demasiado egoísta e individualista. Lo que se necesita es estudiar con una mirada puesta sobre nuestro alrededor, quizás no se podrán sacar siempre las mejores notas, pero las notas en Humanidad serán excelentes.

¿Y por qué pongo énfasis en esto? Pues porque estos alumnos tan abnegados a menudo te contestan que tienen que estudiar o hacer un trabajo y no hay tiempo, ni media horita, para acompañar a alguien, ayudar en una pequeña tarea o hacer un voluntariado. Nuestro estudio consigue, con la fuerza del Espíritu, que disfrutemos del saber, que busquemos momentos de estudio serio, pero nunca nos desconecta del mundo, de nuestra comunidad, ni del que tengo cerca o más lejos. 

A más formación más humanidad, más capacidad de ver el mundo con los ojos de Jesús. Ojos de amor y misericordia que nos hacen comprender que estudiar es abrir horizontes, entablar diálogos, huir de frentismos, saber perder el tiempo con…, buscar la Verdad, porque no estudio para mí, estudio para Él. Como digo últimamente, vigilemos que no hagamos muchas tareas y trabajos para Él, pero las hagamos sin Él.

Sor Gemma Morató i Sendra, OP

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