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Debido a la superior capacidad movilizadora y emotiva de la fotografía con respecto al texto, el fotoperiodismo ha jugado un papel importante en la conformación de una conciencia de cambio social. Sin embargo, en fotoperiodismo hoy se debaten dos tendencias que muchas veces son contradictorias. Los avances de las nuevas tecnologías proporcionan una posibilidad mayor de tratamiento o de manipulación de la imagen fotográfica. Por otro lado, los límites de la ética están siendo cada día sobrepasados por la necesidad que las empresas periodísticas tienen de atender a un público “observador y exigente”, que se alimenta de grandes impactos emocionales provocados por las imágenes. ¿Cuáles son los límites y buen uso del tratamiento de una imagen? ¿La profesionalidad o la ética?

Todo suceso o fenómeno social al igual que las imágenes y los textos, tiene múltiples lecturas. Así, en el fotoperiodismo podemos encontrar información sobre hechos o fenómenos bajo miradas diversas, opiniones más allá de la información que pueden inclusive, convertirse en fotografías editoriales. Aquí algunos ejemplos:

La niña del Napalm” (Vietnam, 1972).  

Nick Ut, un fotógrafo de The Associated Press, capturó una fotografía en la que unos niños que huían del napalm (Vietnam). En el centro de la imagen se ve una niña desnuda que está en agonía. Sólo el fotógrafo observa el dolor de la niña. Esta fotografía impactó a los lectores por su contundente representación de los costos de la guerra y ganó un Premio Pulitzer en 1973. Más tarde ese año, las fuerzas estadounidenses se retiraron de Vietnam. 

 

 

“La niña y el buitre” (Sudán, 1993)

Esta fotografía de Kevin Carter acompañada del artículo sobre la guerra civil en Sudán y la crisis de los refugiados, publicado el 26 de marzo de 1993 por The New York Times.

Muchos lectores han preguntado sobre el destino de la niña de la fotografía, debilitada por el hambre. El fotógrafo informó que se había recuperado lo suficiente como para reanudar su viaje después de que el buitre fuera expulsado. Sin embargo, esta imagen provocó una gran crítica. ¿El fotógrafo debió hacer la fotografía o ayudar a la niña? Pero es importante saber la verdad antes de opinar. Porque se reveló que la niña de esta fotografía no era tal, sino un varón de nombre Kong Nyong que no solamente sobrevivió a la hambruna, sino que murió víctima de la fiebre 14 años después de esta toma fotográfica. 

El héroe de Alepo” (Siria, 2017)

El ataque al convoy de evacuados en la zona de Alepo dejó 126 muertos, entre ellos, 68 niños y 13 mujeres. 

Abd Alkader Habak, un fotógrafo sirio, en el momento del estallido, dejó la cámara y se puso a trasladar a los niños heridos que se encontraban aún en peligro. La imagen que ha conmovido al mundo entero es la que muestra cómo el fotógrafo rompe a llorar desconsolado. 

 

 

I Am Unbeatable”, (Estados Unidos, 1982)

Es una fotografía de una mujer maltratada hecha por Donna Ferrato. Ha dedicado más de tres décadas de su vida a documentar la violencia doméstica contra mujeres y menores de edad. Era un drama que se vivía de puertas hacia dentro hace 40 años en Estados Unidos, y del que jamás se hablaba. Esta fotógrafa estaba convencida de que la fotografía puede servir para cambiar las cosas. En 1994, el Congreso de Estados Unidos aprobó la Ley de Violencia contra la mujer, una ley que aumentó las penas contra los agresores y ayudó a capacitar a la policía para tratar este tipo de violencia como un delito grave. Gracias a Ferrato, lo que era una tragedia privada se convirtió en una causa pública.  

 

Manipulación fotográfica (Estados Unidos, 2003)

Brian Walski envió al diario Los Angeles Times una fotografía cuya estructura y lectura no es el resultado inicial del disparo de la cámara, sino es consecuencia de la fusión de dos instantes independientes que, a pesar de graficar el mismo escenario, no es real. 

 

 

Es importante recordar que la labor de un fotoperiodista ha de contemplar siempre el bien común, en general, donde el periodista se responsabiliza de sus acciones y su deber es informar sobre acontecimientos y conflictos que sacar a la luz para el conocimiento del público. Porque el público tiene derecho a saber. Aquí hay una cuestión ética adicional, y es que como consumidores de información, en el ámbito de nuestro tiempo y nuestra cultura también promovemos un hiperconsumo de imágenes que parece, a veces, insaciable. Experimentamos una identificación emocional más aguda tanto con la víctima que sufre como con el fotógrafo que está haciéndole la foto, incluso cuando nos damos cuenta de nuestra complicidad como espectadores que alimentan la demanda de imágenes de los medios. Deberíamos tratar de entender la historia. Y algunos fotoperiodistas nos cuentan que a veces, cuando creen que están ayudando, en realidad están empeorando una situación. Y que siempre estarán divididos entre tomar una foto o defender a la víctima.

John Berger nos recuerda en su obra “Entender una fotografía” (1968) y en concordancia con el contexto ideológico y político del momento: 

Cada fotografía es, en realidad, un medio de comprobación, de confirmación y de construcción de una visión total de la realidad. De ahí el papel crucial de la fotografía en la lucha ideológica. De ahí la necesidad de que entendamos un arma que estamos utilizando y que puede ser utilizada contra nosotros”. 

Chaerin Silvia Chung

Alumna de Licencia en Ciencias Religiosas especialidad Pastoral


Extracto del trabajo realizado para la asignatura Pastoral en los medios de comunicación social

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