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El Papa Francisco ha entrado ya en su décimo año de pontificado y a día de hoy, con perspectiva, se puede observar con bastante conocimiento de causa cuáles son los puntos fundamentales hacia los cuales orienta la pastoral juvenil de la Iglesia. Y más después de la publicación de la exhortación apostólica Christus Vivit (2019), de la ratificación del documento final del Sínodo XV “Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional” (2018) y el proceso de todo el trabajo previo del Instrumentum Laboris (2016), con la reunión pre-sinodal de más de 300 jóvenes de todo el mundo en el Vaticano, en el mes de marzo de 2018, para que expresaran sus puntos de vista sobre el tema previsto.  

Hay muchas ideas que vienen de bastante más atrás en el tiempo, de su exhortación apostólica programática Evangelii Gaudium, de las JMJ que ha presidido en estos últimos años (Río de Janeiro 2013, Cracovia 2016, Panamá 2019), de los viajes que ha hecho y del contacto directo que ha podido tener con los jóvenes.

Un primer punto que llama la atención es que piensa la PJ no tanto para “aplicarla” en los jóvenes, como destinatarios, sinó para “compartirla” con ellos, como sujetos y protagonistas (cf. CV, 202-204). Piensa que la PJ tiene que hacerse con los jóvenes, caminando a su lado en un camino sinodal (CV, 206), tal como practicó en el Sínodo sobre los jóvenes.

Un segundo punto que subraya que la PJ que hace la Iglesia debe cambiar. Si siempre actúas igual no puedes esperar resultados diferentes, decía Albert Einstein. Y el Papa también lo aplica a la realidad eclesial.  Así, por ejemplo, valora mucho el caminar junto a los jóvenes, escucharlos, pasar tiempo con ellos, la presencia, incluso física, en medio de ellos y de su mundo, cada vez más digital. En el mes de marzo de 2020, a raíz del CG28 de los Salesianos en Torino, les escribió una carta, ja que le fue imposible estar allí físicamente, por la COVID, donde les decía lo siguiente: Estamos inmersos en un momento de cambios […] Y el mundo juvenil es un mundo en movimiento y en continua transformación. Esto nos pide una doble docilidad: docilidad a los jóvenes […] y docilidad al Espíritu […] (CG28, pág. 84).

Un tercer punto que remarca en Christus vivit 209, es que la PJ implica dos grandes líneas de acción. Una es la búsqueda, la convocatoria, el llamamiento que atraiga a los jóvenes a la experiencia del Señor. La otra es el crecimiento, el desarrollo de un camino de maduración de los que ya han hecho esta experiencia.

 

Miquel Armengol

Terrassa, 6 de septiembre de 2022

 

[Segunda parte del artículo disponible a partir del 29 de noviembre de 2022 en este blog]

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