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A menudo, en las conversaciones de los grupos y movimientos eclesiales podemos oír: ¡Cómo me ha gustado esta celebración! ¡Yo no voy a esta eucaristía porque me aburre! ¡Este sacerdote es tan ritualista que no se separa un milímetro de lo que marca el Misal!

Como podemos ver hay tantas opiniones como personas o grupos de personas, y a menudo sus opiniones son contrarias. Nos podemos preguntar: entonces ¿en qué consiste celebrar bien? ¿Es cuestión de gustos o afinidades ideológicas?

Antes de ver, como celebramos y si lo hacemos bien hemos de tener presente que celebrar es actuar en forma ritual. Por tanto, la celebración litúrgica está constituida por ritos, signos y símbolos, que son su lenguaje específico.

El rito es un término muy genérico con el que se designan acciones humanas y religiosas. Si nos acercamos a la etimología del termino vemos que procede de la raíz indoeuropea R’tam que indica el orden cósmico y la actuación de los dioses con dicho orden. El rito es lo que es conforme al orden, una acción que tiene una estructura institucionalizada.

La característica más particular del rito es su repetividad, es decir, el rito es una acción programada y repetitiva. Se trata de una forma de socialización con lo sagrado o trascendente. En el cristianismo, la repetición es memorial o conmemorativa. Mediante el conjunto de acciones simbólicas ritualizadas con que realiza sus celebraciones, la Iglesia proclama que Dios realiza, en el acto litúrgico, el efecto salvífico de las acciones históricas pasadas, de las que hace memoria. Así, en el contexto cristiano, el centro del acontecimiento memorial está en Cristo.

Al ser Cristo el centro del acto memorial, la fe es imprescindible. Así, es necesario que el rito religioso se vea en primer lugar como un lenguaje en el que se expresa la relación hombre-trascendente. La fe en Dios, el sentido de Dios, y el dirigirse a en él encontramos la matriz radical del auténtico rito religioso. La fe ha de ser celebrada de la misma manera que ha de ser vivida. El rito religioso pierde su significado cuando ya no funciona como lenguaje en el que el creyente expresa su comunión con Dios. Así, no hemos de confundir el rito sólo con el conjunto de frases y gestos que se hace en una celebración.

Pero como ya hemos dicho en toda celebración hay también los signos y símbolos que facilitan esta relación del hombre con el trascendente, pero esto lo trataremos en próximas entregas del blog.

Joan Josep Moré sdb
Doctor en Teología litúrgica y sacramentos

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