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En noviembre de 2013, a los ocho meses de pontificado, el papa Francisco ya anunció en el n. 105 de Evangelii gaudium que debía revisarse la pastoral juvenil ( en un párrafo repetido casi literalmente en el n. 202 de Christus vivit): 

«La pastoral juvenil, tal como estábamos acostumbrados a desarrollarla, ha sufrido el embate de los cambios sociales. Los jóvenes, en las estructuras habituales, no suelen encontrar respuestas a sus inquietudes, necesidades, problemáticas y heridas. A los adultos nos cuesta escucharlos con paciencia, comprender sus inquietudes o sus reclamos, y aprender a hablarles en el lenguaje que ellos comprenden. Por esa misma razón, las propuestas educativas no producen los frutos esperados. La proliferación y crecimiento de asociaciones y movimientos predominantemente juveniles pueden interpretarse como una acción del Espíritu que abre caminos nuevos acordes a sus expectativas y búsquedas de espiritualidad profunda y de un sentido· de pertenencia más concreto. Se hace necesario, sin embargo, ahondar en la participación de éstos en la pastoral de conjunto de la Iglesia» (EG 105). 

Seguramente la principal novedad del Sínodo sobre los Jóvenes ha sido el proceso seguido. 

No se entenderá este proceso si no se percibe que la reunión de los obispos en octubre fue solo un paso más en un camino cuyo principal fruto son los cuatro documentos generados durante todo el itinerario sinodal, que deben ser leídos conjuntamente (así se afirma en Ch V 4):

  • el Instrumentum laboris de junio de 2018, que incluye miles de respuestas de jóvenes y agentes de pastoral de todo el mundo, así como intervenciones de la Reunión presinodal de unos 300 jóvenes en marzo de 2018, 
  • el Documento preparatorio de enero de 2017,
  • el Documento final del 28 de octubre de 2018,
  • y la exhortación postsinodal Christus vivit, firmada el 19 de marzo de 2019. 

Solo leyendo esos documentos en conjunto se comprende el futuro inmediato que se propone a la pastoral juvenil. Una pastoral juvenil que ha de hacer suya la metodología de la sinodalidad misionera que, bien comprendida, puede desencadenar procesos muy interesantes no solo en la pastoral juvenil, sino en toda la praxis de la Iglesia. 

Junto a la sinodalidad misionera, tienen gran importancia en Ch V: 

  1. La escucha y cercanía a los jóvenes
  2. El acento en el anuncio del Evangelio 
  3. La insistencia en la misión 
  4. La cercanía al pueblo («pastoral juvenil popular») 
  5. El estilo de pastoral juvenil  
    [La pastoral de las instituciones educativas (nn. 221-223)] 
  6. La vocación 
  7. El acompañamiento 
  8. El discernimiento 
  9. La santidad 
  10. La renovación de la formación a todos los niveles. 

Por tanto, el camino no ha hecho más que empezar. Podemos ponemos en camino o dejar pasar este tren …

Jesús Rojano, SDB

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