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“Ser un “influencer” en el siglo XXI es ser custodios de las raíces, custodios de todo aquello que impide que nuestra vida se evapore en la nada”. P. Francisco

“Rezad por mí” escribía el Papa Francisco aquel 19 de marzo del 2016 en la primera publicación que realizó en la red social Instagram, junto a una foto de en la que se le ve orando. Un acontecimiento sin duda digno de recordar, en lo personal me sentí acompañada por aquella publicación.  Después de casi 5 años considero que la presencia en las redes sociales es una acción pastoral, que nos pide una presencia activa y al mismo tiempo una fuerte espiritualidad. No podemos dejar de lado la necesidad de estar ahí, ya que es el lugar donde la inmensa mayoría de jóvenes y adultos manifiestan sus sentimientos, sus tristezas y alegrías. Es ahí en las calles digitales como lo dice el papa Francisco, donde encontramos muchas veces la periferia de la sociedad. El año 2020 ha sido un tiempo para darnos cuenta de lo importante que es la utilización de las redes sociales y de los diferentes canales de comunicación. ¿Qué es, pues, lo que pasa con nuestras cuentas de Instagram? ¿Sabemos lo que queremos transmitir? ¿Qué falta para estar presentes en las redes? ¿Qué falta para que esta presencia tenga la calidad que merece?

La importancia de la imagen es incuestionable. Lo vemos ya en las pinturas rupestres, en la escultura o la pintura medieval, así como en la continua mejora de la fotografía. A lo largo de la historia la imagen ha tenido un papel importante en la evolución de la sociedad, hasta el punto de que ya muchas veces no hacen falta palabras, las imágenes pueden trasmitir mucho más que un discurso o que un artículo de opinión. Instagram en especial tiene como herramienta principal la imagen, es una red social en la que se comparten momentos instantáneos, lo fugaz de la vida y sobre todo lo que puede hacer pensar a los receptores de la información. También es una red social en la que la información es muy variada y puedes rápidamente acceder a cientos de perfiles vinculados entre sí.

Más de 500 millones de personas utilizan esta red social diariamente, por lo que la pregunta que como cristianos llamados a anunciar el Evangelio nos podemos hacer es: ¿de qué forma estoy presente en las redes sociales? ¿de qué forma está presente mi institución? ¿qué aporto a la sociedad con mis publicaciones? ¿qué se transmite con el contenido que publica mi institución religiosa? Un elemento importante para responder a estas interrogantes es el siguiente: en tiempos de crisis lo primero que desaparece es la cultura y la belleza. Quizá sean estos dos caminos para llegar a la evangelización en un lenguaje que no resulte extraño. Que nuestro contenido evangelizador comience por reconstruir lo que se ha derribado con el odio, que con discernimiento podamos ser constructores de puentes en la era digital. El papa en un discurso a los periodistas dijo: 

“Necesitamos medios de comunicación capaces de construir puentes, defender la vida y abatir los muros, visibles e invisibles, que impiden el diálogo sincero y la comunicación verdadera entre personas y comunidades. Necesitamos medios de comunicación que puedan ayudar a las personas, especialmente a los jóvenes, a distinguir el bien del mal; a desarrollar juicios sólidos basados en una presentación clara e imparcial de los hechos; y a comprender la importancia de trabajar por la justicia, la concordia social y el respeto a nuestra casa común.”

Como ya hemos dicho, hablamos de una acción pastoral. Por ello ha de transmitir cuatro áreas, la koinonia, la diakonia, la martyria y la liturgia de manera que un perfil que solo difunde oración, solo trabaja, solo vive en fraternidad o solo celebra la liturgia, quizá se pierde de una parte importante del mensaje cristiano, el hecho de transmitir la realidad del cristianismo sin esconder ninguna parte es una riqueza insondable. Además de que nos ayuda a anunciar el Reino desde todas las dimensiones pastorales, y no como un evangelio de frases o fotos bonitas, como el de Mrs. Wonderful. Frente al sincretismo en el que muchas veces nos encontramos es necesario tener claro el contenido que deseamos transmitir. Buscar que nuestras imágenes sean ricas en experiencia, que puedan transmitir lo que vivimos sin perder la intimidad de la propia vida.  “Existe un lenguaje común en el anuncio de Cristo en las redes, y es el amor y la unidad, en este lenguaje todas las generaciones nos entendemos”. (Hna. Xiskya)

Que en nuestras cuentas se pueda respirar interactividad, autenticidad, alegría, que sean espacios en los que la acogida no sea marcada por un protocolo sino por la cercanía de una misma fe, cuentas en las que el respeto prime por encima de la defensa, para crear comunidades de paz y no de defensa doctrinal, que lo principal sea la persona y no nuestras ideas. Es necesario para ello vivir en un discernimiento constante, que busquemos lo que Dios quiere que transmitamos, para no caer en el postureo de uno mismo o de sus propias convicciones, hemos de estar cargados de espiritualidad para poder estar de manera coherente en las redes porque lo que transmitimos en las redes nos compromete como institución y como personas. 

Que podamos ser agentes evangelizadores para poder crear comunidades digitales y humanas en las que se pueda compartir la riqueza de la misión y el anuncio del evangelio.

Guadalupe Chávez
Alumna de Licencia/Máster especialidad Pastoral


Extracto del trabajo realizado para la asignatura Pastoral en los medios de comunicación social

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