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Las llamadas Cartas de Juan (1Jn, 2Jn, 3Jn) son escritos neotestamentarios relacionados con el evangelio de Juan (Jn). La crítica ha ido descubriendo una íntima relación entre Jn y las cartas, sobre todo 1Jn y 2Jn, que son documentos en continuidad con la tradición joánica, aunque es más que probable que 1 y 2Jn se hayan escrito cuando Jn aún no había alcanzado su forma definitiva, sin que ello obste a que el núcleo fundamental de Jn sea anterior a las cartas.

El estilo y el lenguaje de las cartas, sobre todo 1Jn, resultan notablemente cercanos al evangelio: estilo directo, sencillo, con predominio de sintaxis paratáctica, con pocos verbos compuestos. En conjunto podemos decir que 1Jn es un escrito que se ha elaborado en el mismo círculo que Jn.

Una de las diferencias entre 1Jn y el evangelio es la ausencia de la mención del mundo judío (fariseos, autoridades, templo, fiestas, costumbres); es más, no llega a citarse nunca el AT, con la excepción de la referencia a Caín (3,15).

1Jn muestra un tono claramente polémico: hay un grupo de oponentes, dentro de la propia comunidad joánica, a los que se denomina como hijos del diablo (3,8.10; cf. Jn 8,44), pecadores (3,15; cf. Jn 8,34), mentirosos (2,4; cf. Jn 8,44), asesinos (3,15; cf. Jn 8,44); y, además, falsos profetas (4,1), anticristos (2,18; 4,1; 2Jn 7), seductores (2Jn 7; cf. 1Jn 1,8; 2,26; 3,7). Se llega a afirmar que no hay que rogar por ellos (5,15-17), ni saludarlos, ni menos aún recibirlos en casa (2Jn 10-11). De ellos se concluye que “no son de los nuestros” (2,19). Estos afirman que aman a Dios, pero el autor de 1Jn contrapone la afirmación de amar a Dios con la praxis de amar al hermano, lo que nos mueve a pensar que este grupo podría no considerar importante el amor al hermano, o bien que hablen de ese amor, pero, en realidad, no lo practiquen (cf. 3,17-18).

1Jn ofrece una concentración cristológica por lo menos comparable con la que encontramos en el evangelio: toda la vida cristiana se concentra en la persona de Jesús, el Cristo, y en la fe en él. Pero mientras que Jn acentúa la vertiente divina de la confesión cristológica (Jesús es el Hijo de Dios), 1Jn acentúa de defender la realidad terrena de Jesús (Jesús es hombre como nosotros) frente a un grupo que, al subrayar la divinidad de Jesús, se olvidaba de su realidad humana. 1Jn va contra una falsa espiritualización de la persona de Jesucristo.

Jordi Latorre, SDB
Director

 

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