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Cada año, el 3 de marzo, se celebra el Día Mundial de la Vida Silvestre, fecha proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU). Esta jornada nos brinda la ocasión de celebrar la belleza y la variedad de la flora y la fauna salvajes, así como de crear conciencia acerca de la multitud de beneficios que la conservación de estas formas de vida tiene para la humanidad. El Día Mundial de la Vida Silvestre emplaza a mirar al Dios creador y acoger la llamada del papa Francisco en su encíclica Laudato Si (LS).

El desafío urgente de proteger nuestra casa común incluye la preocupación de unir a toda la familia humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral, pues sabemos que las cosas pueden cambiar (LS 13). Es el reclamo sobre el cuidado de la casa común, la conversión ecológica todos, creyentes y no creyentes. Esta conversión, que parte de una mirada crítica a lo que está pasando, para escuchar y acoger el grito de la tierra profundamente relacionado con el grito de los pobres que son los que más sufren la degradación medioambiental. Reaccionar, ante ese doble grito, para que nuestra madre Tierra recupere su belleza original y la creación vuelva a resplandecer según el proyecto original.

Las cosas pueden cambiar, tenemos la oportunidad de preparar un mañana mejor para todos y todas. Hay esperanza. Cada persona puede colaborar desde su propia cultura y experiencia, cada sujeto desde sus propias iniciativas y capacidades. 

El cambio es posible, si sabemos construirlo en la esperanza y buscarlo juntos. Juntos es la palabra clave para construir el futuro del Planeta. Es el nosotros el que supera el individualismo. Es el pacto educativo entre generaciones el que regenera la humanidad. El gran desafío está, en ir adelante juntos y juntas, con estilo sinodal que valore competencia y participación, que sepa estar atento a las nuevas generaciones, que sepa ponerse a la escucha del llanto de la Tierra y del grito de los Pobres.

António Guterres, Secretario General de la ONU, afirma: “Recordemos nuestro deber de preservar y utilizar de forma sostenible la gran variedad de vida en el planeta. Trabajemos por mantener una relación más solidaria, considerada y sostenible con la naturaleza”. Siguiendo esta proposición y recordando la propuesta de Gandhi: Sé el cambio que quieres ver en el mundo, se sugieren algunas acciones concretas:

  • Unirse a La Plataforma de Acción Laudato Si del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral. Espacio para que las instituciones, las comunidades y las familias aprendan y crezcan juntas mientras caminamos hacia la plena sostenibilidad en el espíritu holístico de la ecología integral.  
  • Hacerse consciente del propio ritmo de vida, porque la prisa constante lleva a atropellar todo lo que nos rodea. Una ecología integral implica recuperar la serenidad que facilita situarse armónicamente frente a la naturaleza (Cf LS 225).
  • Potenciar en nuestro entorno la responsabilidad social de los consumidores (LS 206), tomando conciencia de los daños ambientales porque todo está conectado. (LS 91). Se sugiere pensar al comprar algún objeto en la huella de producción y comercialización (lugares y empresas) procurando, en la medida de lo posible, tomar decisiones que favorezcan una producción justa y sostenible.
  • Elegir algún producto de consumo habitual (café, cacao, azúcar, …) y comprarlo siempre de comercio justo.
  • Procurar consumir alimentos de temporada y producidos localmente, defendiendo los intereses de los pequeños productores y preservando los ecosistemas locales de la depredación. (LS 180).
  • Iniciar procesos de información, formación y desarrollo de una conciencia crítica. A modo de ejemplo se sugiere conocer la Carta de la Tierra que concluye con estas palabras: “Que el nuestro sea un tiempo que se recuerde por el despertar de una nueva reverencia ante la vida; por la firme resolución de alcanzar la sostenibilidad; por el aceleramiento en la lucha por la justicia y la paz; y por la alegre celebración de la vida”.
  • Generar redes comunitarias, participar en grupos de intercambio de bienes y servicios. Se sugiere promover y/o participar en un Banco de Tiempo en el que se intercambian habilidades entre los miembros sin utilizar dinero, únicamente se contabilizan las horas de servicio prestado y recibido. Para que surja una economía colaborativa como propone Jaime Tatay, desde estas prácticas cooperativas surgirán vínculos emocionales y valores que susciten una verdadera transformación ecológica de la sociedad.
  • Integrar estos valores, conciencia y estilo de vida en el entorno y en el ámbito familiar. Es especialmente significativa y urgente la integración en el ámbito educativo que está llamado a generar una “ciudadanía ecológica”.

Estas acciones son solo sugerencias desde la creatividad podrán germinar muchas más que se pueden integrar en el proceso de acercar la esfera humana a la naturaleza “Esas acciones derraman un bien en la sociedad que siempre produce frutos más allá de lo que se pueda constatar” (LS 212).

 

Carmen Víllora

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