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A lo largo de muchos años (1984-2017), cada cinco años, ha ido saliendo la encuesta de la Fundación Santa María, sobre la juventud. Durante 33 años, pues, hemos podido saber como eran los jóvenes, qué les interesaba, cómo vivían, qué valores tenían, qué creencias guiaban su vida, qué les influía…

Es fácil, siguiendo sus encuestas, darse cuenta si hay algún valor que se mantiene estable, o bien si todos son inestables y cambiantes a lo largo del tiempo. Personalmente, me he interesado por estos valores estables, pese el cambio y la incertidumbre que caracteriza nuestra época. Y puedo decir que me ha sorprendido gratamente darme cuenta de los dos valores que sobresalen, y mucho, por encima de los otros. Y todavía más, ver cual es el más destaca con diferencia.

La familia y la amistad, por este orden, son los valores que a lo largo de más de tres décadas lideran el ranking.

¿Qué encuentran los jóvenes de los años 80, de los 90 y del nuevo milenio en la familia para que sea eso que más quieren?

Según lo que ellos mismos expresan, valoran la familia porque les da intimidad, afecto, calidez, confianza y relaciones personales, sinceras y cálidas. Se encuentran bien allí, es el “nido” que los acoge y desde donde pueden proyectarse hacia el exterior. Además, dependen de ella substancialmente, y más en los momentos de crisis económica, como es el actual momento de pandemia. Pese a sus limitaciones (familias desestructuradas, divorcios y separaciones…) continua siendo su primer valor, a mucha distancia del valor de la amistad. Y tiene una influencia decisiva en el desarrollo personal y social del joven. Encuentran seguridad material y afectiva, un hogar, un lugar de relaciones humanas afectuosas y, todavía, a menudo, un buen lugar de acogida, una buena comunicación y estima gratuita.

Los jóvenes, en el sí de la familia, valoran mucho la igualdad hombre-mujer, así como el trabajo de esta última fuera de casa y el trabajo del hombre en el hogar, en las faenas domésticas.

Su horizonte ideal es vivir de forma más sencilla y natural, haciendo una vida más familiar.

De todas maneras, justifican el divorcio con facilidad y sube bastante la aceptación del aborto.

La amistad ocupa el segundo lugar de la pirámide axiológica de los jóvenes. No es casual que tenga un valor tan preferencial en un mundo donde la fractura de la confianza es tan generalizada. Los jóvenes valoran la amistad porque supone un espacio de transparencia y de autenticidad, un lugar de encuentro y de manifestación sincera de sí mismo.

Su idea de amistad no es tanto una vida compartida, al estilo del colectivismo, sino una forma de relación sincera y franca que se basa en un vínculo de confianza, pero de respeto a la vida individual del otro y de su espacio privado.

En la amistad viven las relaciones personales de una manera intensa porque les hacen sentirse valorados, queridos y escuchados. Para ellos es muy importante el mundo de los sentimientos y de las emociones, aunque tienen dificultad para canalizarlos y expresarlos. Pronto empiezan a formar parejas sin plantearse un proyecto común.

Tienen un importante deseo de fidelidad tanto por lo que respecta a los amigos, como a la pareja. La consideran un fundamento básico y necesario para las relaciones humanas. Esta fidelidad les permite encontrar refugio cuando lo necesitan.

Familia y amistad, pues, los dos principales valores de los jóvenes en los últimos treinta años. No sé si lo hubiéramos imaginado nunca si no nos lo hubieran dicho ellos mismos, y de una manera bien repetitiva.

Miquel Armengol

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