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La Biblia es el punto de referencia de la vida cristiana en cuando nos acerca a Jesús de Nazaret (evangelios), nacido en el pueblo judío (escritos del antiguo testamento), fundador de la comunidad eclesial (escritos del nuevo testamento).

La Biblia es también el punto de referencia de la liturgia cristiana (Liturgia de las Horas, Eucaristía, Sacramentos…).

Pero la Biblia es también el motor de la vida pastoral de la Iglesia.

Por ello la asignatura de Pastoral Bíblica reflexiona sobre la Biblia, su identidad y sus características, a partir de lo que ya se ha venido estudiando en las diversas asignaturas que componen el área de Sagrada Escritura, a fin de poder concretar unos criterios de uso de la Biblia en la pastoral de la Iglesia. Esos criterios nos permitirán usarla en coherencia con lo que ella es y significa para la comunidad cristiana; serán los criterios pastorales de la Biblia que nos ayudarán a valorar y diseñar con corrección un itinerario bíblico para un grupo o para una comunidad, o, incluso para la lectura y meditación personal.

Por otra parte, hay que tener presente que no es fácil el acceso y la lectura de la Biblia en sus textos originales, en hebreo, arameo, y griego helenista. Ordinariamente el acceso de la comunidad cristiana a la Sagrada Escritura se realiza a través de traducciones. Ha habido muchas a lo largo de la historia; quizá las más famosas entre nosotros han sido las traducciones latinas, la principal de ellas, la llamada Vulgata, que se mantuvo vigente desde 1546 hasta 1979. A partir del siglo XX, con todo, se han popularizado las versiones de la Biblia en lenguas modernas. Traducir es ya interpretar; es poner al alcance de la comunidad el texto bíblico. Por ello la traducción es considerada por el fundamento de toda pastoral bíblica.

Dado que la Sagrada Escritura nace y se transmite en un contexto litúrgico, conviene ver el modo cómo se hace presente en la actual liturgia católica posterior al Vaticano II. Vamos a ver qué son los leccionarios, cuántos hay, cómo han sido compuestos, y cómo sacarles rendimiento pastoral a los mismos.

La Sagrada Escritura constituye el alma de la acción pastoral de la Iglesia. El propio Jesús citaba la Escritura en sus controversias con los dirigentes religiosos de su pueblo, y los apóstoles cristianos leían y comentaban la Escritura en sus predicaciones misioneras —tal como lo muestra el libro de los Hechos de los apóstoles y las cartas de Pablo—. Sin Escritura no hay pastoral, pues ella nos abre el acceso al misterio de Jesús de Nazaret y nos desvela su identidad mesiánica y divina, para ser anunciada a los pueblos. Por ello, en cuarto lugar, vamos a detenernos en la presencia y uso de la Escritura en la catequesis de los sacramentos, y en la clase de Religión escolar.

Jordi Latorre, SdB
Director

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